Emociones: ¿Las controlas o te controlan?

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Las emociones influyen en el pensamiento y la conducta, por eso el control emocional es importante.Cada uno de los recuerdos que conforman nuestra historia vital tiene asociada una carga emocional, y es que no hay nada que nos haga sentir más vivos que las emociones.

Todos sabemos que los sentimientos alteran nuestro pensamiento. De hecho, muchos de los trastornos psicológicos y psiquiátricos a menudo surgen como el resultado de una respuesta emocional desproporcionada que la persona es incapaz de dominar.

Cuando podemos tomar el control de las emociones volvemos a recuperar el equilibrio y bienestar en nuestra vida. Manejar nuestras capacidades para resolver los conflictos que nos acarrean las emociones descontroladas, es imprescindible para aprender a dominarlas. No solo será beneficioso para ti, sino que lo será para tu entorno. Tomar el control de las emociones con la Terapia Cognitivo Conductual Para resolver esos estados emocionales alterados, los expertos cooperan contigo mediante terapias muy efectivas y conscientes para regular tus emociones. La terapia Cognitivo Conductual practica técnicas como el entrenamiento en estado de relajación y habilidades para afrontar las reacciones emocionales que te afectan negativamente. Para ello, estudia la percepción que mantienes de ti mismo y sobre cómo te sientes. El sistema que desarrolla la psicología cognitiva conductual es breve y se centra en el presente para buscar el control de las emociones. Además, esta disciplina es preventiva, por lo que reduce la aparición de conflictos tratándolos en colaboración contigo. El pulso de las emociones: ¿tú o ellas? El miedo, el enfado, la tristeza o la alegría son emociones que, incontroladas, pueden provocar situaciones amenazantes cuando realmente no existen, estimulando la ansiedad y hasta la depresión. El objetivo consiste en conseguir el control de las emociones trasformando los pensamientos automáticos que alteran tu comportamiento, ocasionándote descontento y desasosiego vital por otros que te aportan estabilidad emocional y actitudes positivas. Modificar ciertas actitudes te ayudará a descubrir una perspectiva diferente de ti mismo, y a desarrollar nuevas experiencias que hasta ahora estaban ocultas. Observarás las señales indicativas que te muestran la pérdida de control sobre tus emociones y aprenderás a disfrutar de ti. El control de las emociones es un aprendizaje que los especialistas saben cómo tratar mediante terapias específicas para cada caso en particular. Te ayudan a regular los sentimientos perjudiciales para impedir que controlen tu mente. ¡Atrévete con ellas!

Así son los tratamientos para trastornos alimentarios

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Los trastornos alimenticios a priori pueden entenderse como meros desórdenes en el hábito de comer. Sin embargo, esta consideración es errónea: realmente son enfermedades cuyos síntomas principales son la alteración de la propia imagen corporal (la cual se percibe de un modo completamente distorsionado e irreal), el miedo exacerbado a subir de peso y la adopción de un conjunto de principios que vienen, en última instancia, a justificar las conductas alimenticias desordenadas a través de las cuales se manifiesta el trastorno.

Aunque existían antes del surgimiento de la cultura de masas, ha sido esta variable, con sus cánones de belleza impuestos por medio de la publicidad, la causante del aumento de personas que los padecen. No obstante, en este post nos centraremos en algunos tratamientos para trastornos alimentarios.

Tratamiento para la bulimia

En primer lugar, hay que tener en cuenta que buena parte del tratamiento se llevará a cabo en función de las particularidades y necesidades de cada individuo. Así, dado que la bulimia consiste en la repetición de episodios de atracones y purgas provocadas, hay que recurrir a terapias como la cognitivo-conductual.

Durante su transcurso, el paciente es instado a concentrarse en el problema que supone el trastorno y a buscar el modo de resolverlo, claro está, con la ayuda del psicólogo. De este modo se llega a discernir entre los pensamientos basados en percepciones irreales de su propio físico y aquellos que surgen de realidades objetivas, hasta que las viejas creencias y valores son reemplazados de manera natural por unos nuevos, más sanos y positivos.

Tratamiento para la anorexia

En el caso de la anorexia el tratamiento suele atravesar, en el grueso de los casos, tres fases bien diferenciadas. En primer lugar hay que procurar por todos los medios que el paciente recupere un peso dentro de límites razonables.

Tras ello, el procedimiento a seguir es similar en muchos puntos al empleado en casos de bulimia, con la particularidad de que el terapeuta aborda los problemas psicológicos que constituyen la raíz del trastorno con el objetivo de comenzar a reducir progresivamente las conductas y pensamientos que desembocan en la evitación radical de la comida.

Para ello muchas veces es conveniente alternar entre sesiones individuales de psicoterapia y sesiones grupales, ya sea con otras personas con anorexia o, incluso, con familiares.

Trastornos alimenticios infantiles

Los niños presentan una mayor vulnerabilidad ante este tipo de trastorno. Para entender el peligro al que están expuestos, tengamos en cuenta el modo en que los primeros años de vida determinan la personalidad y las conductas futuras. Por ello, es de extrema importancia prevenir la aparición de este tipo de trastornos estableciendo pautas ordenadas y positivas de ingesta de comida y, a ser posible, comiendo en familia al menos dos veces al día.

Qué es el trastorno depresivo reactivo y cómo afrontarlo

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Una depresión reactiva es una alteración del estado de ánimo que el paciente sufre como una respuesta a un hecho externo que le ha generado un alto nivel de estrés.

Por ejemplo, eres más susceptible de sufrir este tipo de alteración de ánimo ante una situación que desencadena una respuesta interior de dolor y sufrimiento como, una ruptura matrimonial, la muerte de un ser querido, el desempleo de larga duración, problemas económicos, soledad… Factores que pueden estar asociados con depresiones reactivas.

Psicología para comprender la depresión reactiva

En definitiva, estás en constante relación con el entorno, por esta razón, las circunstancias externas también influyen en tu nivel de bienestar interior, y cuando se produce una circunstancia que te desborda de un modo negativo, algo que rompe tus expectativas y que te hace salir de tu zona de confort, provoca una reacción en ti.

¿Cuáles son los síntomas de una depresión reactiva?

En este tipo de casos, el paciente muestra una tristeza evidente en su rutina cotidiana, un modo de sentir que se percibe incluso en su expresión facial. Por ejemplo, quien sufre este pesar, ríe con menos frecuencia.

Además, la persona parece haber perdido la capacidad de disfrutar con actividades que antes le encantaban.

La persona puede sentirse culpable por aquello que le ha ocurrido y se machaca por ello.

El afectado se siente desmotivado en sus relaciones personales, por esta razón, surge una mayor tendencia hacia el aislamiento.

Desde el punto de vista profesional, experimenta altas dificultades de concentración laboral.

Por lo tanto, debes prestar una atención especial a este tipo de síntomas para cuidar tu ánimo ante hechos que tienen un carácter situacional, es decir, de contexto en forma de aquí y ahora. Este matiz puede ayudarte a comprender la naturaleza de la depresión reactiva que está condicionada por factores inherentes al propio vivir.

¿Cómo sanar las heridas de la depresión reactiva?

En este tipo de caso, busca el apoyo de amigos de confianza, compartir tiempo de ocio y conversación en compañía es terapéutico por el consuelo que aporta la amistad.

Intenta mantener unos horarios regulares para fomentar hábitos de alimentación y descanso. Este punto es muy importante porque, generalmente, quien sufre una depresión de este tipo tiende a descuidar sus propias necesidades.

Además, si estás pasando por una situación de tristeza, intenta disfrutar de paseos diarios. Puedes realizar ejercicios de relajación para fomentar la serenidad.

La terapia psicológica también puede ser un apoyo terapéutico muy importante para superar el trastorno depresivo reactivo. En el contexto de la terapia, puedes conocerte mejor a ti mismo, desarrollar nuevas estrategias de actuación y comprender cómo tu pensamiento influye en tu forma de sentir. Por tanto, la terapia aumenta tu poder ante la adversidad.

Qué es la "distimia" y cómo se trata

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¿Qué es la distimia?

Cuando sentimos que nuestro malestar va más allá de una época y nada parece animarnos puede ser que padezcamos distimia. Se trata de un trastorno del estado de ánimo, está caracterizado por sentirse deprimido de manera crónica, sin embargo, los rasgos de este ánimo depresivo no llegan a ser tan graves como los de una depresión.

Dentro de los tipos de depresiones, esta podría considerarse de carácter más leve que los episodios depresivos, pero tiende igualmente a ser una enfermedad persistente y que dura periodos de tiempo mayores de dos años, siendo muy incapacitante para quienes la padecen; la distimia recibe también el nombre de depresión crónica por este motivo.

Síntomas

Para realizar un diagnóstico de distimia los profesionales de la salud mental prestan atención a varios criterios, el más importante de ellos es que se presente un ánimo deprimido e irritable continuo; los pacientes suelen definirlo como que están "de mal humor", "desanimados" o "melancólicos". Además, otros indicadores son una pérdida de interés por las actividades que antes nos causaban placer, sentimientos de culpa, baja autoestima y mala autopercepción.

Esta enfermedad también se manifiesta de manera física mediante alteraciones del sueño y del apetito, el cual puede disminuir o decrecer, dolores de cabeza recurrentes y malestar físico generalizado acompañado de bajos niveles de energía.

Causas

Existen numerosos factores que pueden desencadenar un episodio distímico. Una de las causas puede ser un desajuste a nivel de la química cerebral. Nuestro cerebro se comunica entre sí mediante neurotransmisores que influyen en nuestro estado de ánimo. Si estas sustancias se alteran nuestro humor se verá afectado.

También encontramos como causa una predisposición genética a padecer esta enfermedad; es más probable caer en depresión si es algo que cursa en nuestra familia, ya que es genéticamente transmisible.

Como tercera causa están los factores relacionados con los acontecimientos vitales; si has vivido eventos dolorosos o vives en un entorno infeliz esto puede desencadenar que sufras distimia. Además, ser mujer es otro factor de riesgo, ya que son más propensas a padecer esta enfermedad.

Tratamiento para la distimia

Tratar la depresión, incluso en su forma más leve como esta, es muy importante para evitar que el trastorno perdure en el tiempo y además adquiera gravedad. Para tratar esta afección existen dos métodos principales: la medicación y la psicoterapia, pudiéndose combinar ambos para lograr aún mejores resultados.

La medicación, como tratamiento para el trastorno distimico, consistirá en el uso de antidepresivos cuyo objetivo es regular la química del cerebro solucionando posibles desajustes que estén afectando al ánimo; suele dar muy buenos resultandos y reducir el malestar de los pacientes.

Por otro lado, la psicoterapia también es beneficiosa para esta condición, ya que enseñará al paciente pautas de actuación y pensamiento para aliviar la tristeza.

Amaxofobia: el pánico a conducir

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“En España, uno de cada tres conductores sufre este miedo al volante.”

Ocupas el asiento del conductor, introduces las llaves en el contacto del coche y lo pones en marcha. Al colocar las manos sobre el volante, un sudor frío recorre tu frente y notas los brazos agarrotados. No puedes conducir, te aterroriza la idea de salir a la carretera y encontrarte con otros conductores imprudentes.

Si sufres una sensación similar, padeces amaxofobia.

¿Qué es la amaxofobia?

Como indica su nombre, se trata de la fobia a conducir. Son muchas las causas que pueden generar este miedo, aunque la mayoría se debe a haber sufrido un accidente de tráfico, ansiedad en situaciones de gran estrés, como atascos, o incluso ataques de pánico al volante.

Durante la conducción se manejan muchos estímulos de manera simultánea: los pies y las manos se coordinan, el sentido de la vista trabaja sin descanso para controlar los espejos y los peligros de la carretera, los oídos prestan atención a las señales acústicas, el clima y la velocidad varían…

En definitiva, hay multitud de factores que obligan al conductor a estar en guardia. Esto puede originar un alto nivel de estrés que impide que todos los pasos de la conducción se hagan de manera automática, como en el caso de la mayoría de conductores. Para quienes padecen amaxofobia, cada movimiento debe medirse, lo que produce que la conducción no se disfrute.

Tratamientos para la amaxofobia

Este pánico a conducir se produce por diferentes causas y en diferentes grados, desde la simple desgana hasta un gran miedo a conducir, por lo que no existe una forma específica para tratarlo. El perfil de quienes la padecen suele ser de personas de aproximadamente 40 años, la mayoría mujeres, aunque esta fobia abarca todo tipo de edades.

Al igual que en el resto de fobias, huir del miedo es la forma de actuar de la persona que lo padece, por lo que cada vez se hace más difícil que se afronte. Para combatir la amaxofobia es necesario modificar las ideas sobre la amenaza del tráfico y el peligro que suponen los demás conductores, además de eliminar la huida y el rechazo a la conducción como respuesta posible. Las principales técnicas para tratar la amaxofobia son PNL, Psicología Energética y simulaciones mediante realidad virtual, entre otras.

En cuanto al tiempo de recuperación, este varía según el nivel de fobia que experimenta el conductor. Por ejemplo, una persona que haya sufrido ansiedad al volante de manera puntual podría volver a la normalidad en tan solo unos meses, mientras que una persona que lleve años sin conducir necesitará un tratamiento que combine la terapia psicológica y nociones nuevas de autoescuela, lo que alargará el tratamiento casi un año. Con esfuerzo y voluntad, acabar con la amaxofobia es posible.

El trastorno límite de la personalidad. Viviendo en una montaña rusa de emociones

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¿En qué consiste el trastorno límite de la personalidad?

El trastorno límite de la personalidad o TLP afecta de manera persistente a la forma de sentir y de comportarse. Es un trastorno que comienza a manifestarse a finales de la adolescencia y quienes lo padecen viven en una vorágine de emociones. Estas están a flor de piel y varían rápidamente, incluso varias veces al día.

Esto afecta mucho a sus vidas y a sus familiares; no logran adquirir una estructura y viven supeditados a sus estados de ánimo.Esta inestabilidad y la marcada impulsividad implican muchos riesgos. Pierden trabajos y relaciones de manera recurrente y viven en un doloroso caos continuo que puede llevarlos a autolesionarse o incluso al suicidio.

Los ataques de ira incontrolables también pueden ponerlos en situaciones complicadas que deriven en juicios, multas o prisión.

Síntomas

Su síntoma más destacado son los cambios emocionales. Sin embargo, también presentan ataques de ira, habitualmente sin justificación adecuada, ya que son muy impulsivos y reactivos a su entorno. Por ejemplo, algo banal como que un amigo llegue tarde a un encuentro puede causar un gran enfado en alguien con TLP. Toleran muy poco la frustración y los cambios de planes.

Una llamada para avisar de que se anula una cita puede derrumbar el resto de su día. Para soportar esta manera tan intensa de sentir es habitual que se refugien en adicciones, presentando muchos de ellos abuso de sustancias.

No obstante, donde muestran sus mayores dificultades es en las relaciones de pareja. Estas tienden a ser caóticas e inestables y suelen estar basadas en la dependencia. Y es que estas personas presentan un miedo aterrador al abandono.

Causas

Se considera que la personalidad borderline es una conjunción de causas genéticas y ambientales. Estudios muestran que la anatomía y la química cerebral son diferentes en estos pacientes. Asimismo, sus vivencias también son clave para manifestar esta enfermedad.

Muchas de las personas con este trastorno vivieron abusos en su infancia o situaciones traumáticas. Por ello, no aprendieron a gestionar sus emociones y las relaciones con los demás. También como factor de riesgo cabe añadir el ser mujer, ya que el TLP se manifiesta cuatro veces más en mujeres.

¿Tiene cura el TLP?

Por suerte, esta enfermedad tan devastadora puede ser tratada. En la actualidad, se utiliza tanto la medicación psiquiátrica como la psicoterapia para tratarla. Los antidepresivos, usados en combinación con reguladores del ánimo, pueden devolver la estabilidad a sus vidas.

Además, se puede potenciar sus beneficios utilizándolos en combinación con una terapia en concreto: la terapia dialéctica conductual. Fue creada especialmente para esta enfermedad.

Esta terapia se basa en la aceptación de las emociones para lograr su control, en técnicas de relajación basadas en la meditación y en dotar a los pacientes de las herramientas adecuadas para enfrentarse a la vida a pesar de su enfermedad.

Asertividad

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“Cómo comprender qué es la asertividad”

La asertividad es una forma de comunicación interpersonal que todo ser humano puede integrar en su vida. Es decir, puedes adquirir estas habilidades personales a través de un entrenamiento.

Ser asertivo te ofrece los recursos necesarios para defender tus derechos personales con firmeza y respeto hacia ti mismo, pero también, manteniendo la amabilidad en la conversación con el interlocutor.

Empatía en la comunicación

Aunque muchas personas ponen el foco en las relaciones interpersonales, en realidad, este trato amable hacia ti debe estar presente en tu diálogo interior.

“Las relaciones que mantienes con los demás son un espejo de cómo te tratas en tu interior.”

Mientras que los juicios negativos son frecuentes en un estilo de comunicación agresivo, por el contrario, la asertividad se alimenta de conceptos esenciales como:

  • el pensamiento positivo,
  • la empatía
  • y el uso de la palabra como un vehículo de esperanza.

La asertividad te da la autoestima necesaria de defender tus puntos de vista en una discusión, expresando tus sentimientos en primera persona. Es decir, sin caer en reproches.

¿Por qué es tan importante la asertividad?

Porque cuando hablas de ti mismo y de tus sentimientos, generas una empatía en el interlocutor.

La asertividad implica tomar la iniciativa de dar voz a esos sentimientos que son importantes para ti. Por ejemplo, una persona no asertiva puede reprimir la frustración de una situación que le parece injusta por no afrontar una discusión que le desborda.

Sin embargo, la asertividad significa, precisamente, expresar todo aquello que es importante para ti. Cuidando no solo las palabras, sino también, el tono de voz.

Diferenciación entre hecho/situación y persona

Para desarrollar la asertividad también es importante diferenciar entre el hecho o la situación, y la persona.

Por ejemplo, si tienes que abordar una conversación que te resulta difícil por un asunto que te ha enfadado, concentra tu atención en la charla en describir el hecho en sí mismo, pero no enfoques el diálogo en las interpretaciones subjetivas sobre el comportamiento de la otra persona.

“Al poner el punto de atención en los hechos, eres fiel al plano de la objetividad.”

Aprender a decir no

El paso de asertividad que más cuesta a la mayoría de las personas es aprender a decir no. La asertividad ha existido desde siempre, sin embargo, es ahora cuando el concepto está más presente porque vivimos en una sociedad con graves problemas de comunicación.

Ser asertivo a nivel personal y profesional, supone ser coherente con tus propios pensamientos para que tus acciones sean un reflejo de tus ideas.

¿Y que es ser asertivo?

El respeto hacia ti mismo vivido como una responsabilidad ética que está en coherencia también, con el respeto hacia los demás. Sin embargo, ser asertivo significa proyectar en tus acciones la dignidad que emana de la libertad que define tu esencia.

El complejo de Caín: los celos del hermano mayor

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El complejo de Caín hace referencia al pasaje de la Biblia en el que Abel es asesinado a manos de su hermano Caín, corroído por los celos hacia su hermano menor.

Este complejo no llega al punto de acabar con la vida del otro, pero sí al de sentir unos celos desmesurados e incluso a que el hermano mayor le haga daño a su hermano pequeño cuando los padres no están presentes.

Este término fue acuñado por el psicólogo Charles Baudouin, quien observó los celos que sufren los primogénitos ante la llegada de un nuevo hijo.

Posteriormente, fue también usado por Freud, que llegó a la conclusión de que estos celos irían disminuyendo con el tiempo al crearse un sentimiento de comprensión y comunidad entre ambos hermanos, fomentado al observar el hijo mayor el amor que sus padres perciben por el menor y, fundamentalmente, que estos no le dejan de lado, sino que los quieren a ambos por igual.

¿Por qué siente tantos celos el hermano mayor?

Los celos son una expresión de un miedo intenso a perder algo o alguien amado, en este caso, se trataría del cariño de los padres.

Cuando llega el primer hijo a la familia este es colmado de cariño y recibe toda la atención de sus padres. Tiene la exclusividad de los mimos y carantoñas de papá y mamá.

Al recibir la noticia de que va a tener un hermanito, el niño comienza a ser consciente de que a partir de ese momento tendrá que compartirlo todo con él, incluidos sus padres.

Esto se intensifica con la llegada del bebé, ya que, a partir de ese momento, el primogénito comienza a percibir los cambios que acarrea en su vida la llegada de un nuevo miembro a la familia. De este modo, el niño se enfrenta a la tesitura de, por un lado, tener un gran cariño por su hermano pequeño, y por otro, sentirse desplazado por él.

¿Tiene mi hijo complejo de Caín?

Puede que, llegados a este punto, te estés preguntando si tu hijo mayor sufre este tipo de complejo.

Ante esta duda, queremos aclararte que, hasta cierto punto, estos celos frente a la llegada de un hermano pequeño pueden ser normales siempre y cuando no se prolonguen demasiado en el tiempo (existirán los primeros años de convivencia) y no lleguen al punto de hacerle daño al hijo menor cuando los padres no se encuentran presentes.

¿Qué puedo hacer para prevenirlo?

Recomendamos tratar a ambos con el mismo cariño y no hacer comparaciones entre ellos. También, transmitirle al primogénito las ventajas de ser el mayor y mostrarle que será un ejemplo para su hermano.

En caso de existir los celos, hay que evitar exagerar la situación y dejar que el niño exprese sus sentimientos para así poder ayudarle y, si persisten, contactar a un experto.